tan cómodamente que me da pena molestarla
Cuando despierto y la zamarreo para despegarla del asiento
me tiende una dulce sonrisa que desarma, disloca, descoloca
y tengo que preguntarle (con tristeza)
que hago yo aquí maltratándola con lo mucho que la quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario