Este es un tren. El vagón está vacío
Algunas ventanillas cerradas, otras abiertas.
Los que lo habitaban junto conmigo se derritieron en los asientos
Confundieron la ventanilla con la puerta. Los rieles con el andén
... Y se fueron
Arrepentidos de no haberse despedido
aparecen de a uno en uno detrás de los cristales
diciendo chau con la mano como los niños chiquititos
Camino por el pasillo tierroso gomoso... Esperándolos.
Cruzo los brazos cuando me aburro. Me siento en un rincón cuando me canso
Atardece.
Mi imagen en la ventanilla me saluda.
¡Hola! ¿Dónde estabas?... ¿Hace frío allá afuera?... Contame...
Terminaron los largos amarillos, terrosos, anteriores al suburbio
ahora luces de andenes, de calles vacías llenas, de almacenes de pobre gato
que suman, restan, elevan al cuadrado, las imágenes.
Mi imagen
Los otros dicen ¡Chau! con la mano, como los niños chiquitos.
Arrepentidos de no haberse despedido.
Manos que aparecen desaparecen
Con rostro a veces, o rostros, con gesto de chau, sin manos.
Espero. No los saludo.
Sé que no se están despidiendo de mí, sino del vagón, del vagón vacío.
Me parapeto, estampándome como calcamonía,
en el aviso ese, que hay arriba del último asiento.
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